La Biblia explica que hay solo un Dios verdadero. Él creó el universo, la tierra y le otorgó vida a todo lo que en la tierra habitaba. Su nombre “Yahweh” se traduce a “Yo soy quien soy”. 

Siendo que Él es el único Dios verdadero, le desagrada tremendamente cuando los humanos adoran a cualquier otra cosa o persona aparte de Dios.  

La respuesta simple es que a través de la Biblia Dios se revela a sí mismo y también nos revela la verdad sobre nosotros. 

Aquellas personas que se convierten hacia Cristo son personas que leen la Biblia y en ella encuentran palabra viva. Son palabras que no se asemejan a ninguna otra enseñanza sobre Dios, el mundo o los seres humanos.

La Biblia es una colección de muchos libros más pequeños. Por ende, no es necesario empezar en la primera página y leer en orden de principio a fin. 

Un buen punto de partida, de hecho, es el libro del Evangelio según San Juan. Es el cuarto libro del nuevo testamento, también conocido simplemente como “Juan”. 

Usa la tabla de contenidos para encontrar el libro en la Biblia o aprovecha las varias aplicaciones de la Biblia que son gratuitas en la red y proveen herramientas de uso fácil.

Cada nación del mundo ha desarrollado leyes dado que los seres humanos dañan a otros en forma intencional y también no intencionalmente.

Y tal como las naciones tienen leyes, así Dios también. Dios tiene una forma en que quiere que marche el mundo conforme a su carácter y sus valores y Él espera que le obedezcamos. 

Pero en lugar de obedecer a Dios, los seres humanos se han rebelado. Cada uno decidimos lo que es correcto y lo que no y vivimos de acuerdo a eso. También nos justificamos en lo que hacemos en desafío a la ley de Dios. Nuestra rebelión es lo que la Biblia llama, “pecado” y la forma en que transgredimos las leyes de Dios son “pecados”. 

Hay muchas consecuencias del pecado. Una de las más grandes es que cuando morimos, estamos separados de Dios para siempre.

Dios es santo, por lo tanto Él no puede permitirle entrada al cielo a personas que han vivido sus vidas en rebelión contra Él.

El mensaje cristiano que fue anunciado por Jesucristo es que todo aquel quien cree en Él puede recibir perdón por su pecado. La razón por esto es que Jesús toma su lugar ante Dios. Jesús vivió una vida perfectamente recta y santa y Él murió por todo ser humano para pagar el precio de sus pecados. 

Cuando una persona cree en Jesús y le pertenece a Él, Dios le perdona de todo pecado. Por lo tanto, la muerte de Jesús, su resurrección, obediencia, justicia y gloria ahora le pertenecen al creyente. 

Imagina que le debes a alguien tanto dinero que no importa cuan duro trabajes por el resto de tu vida, nunca podrías pagar esta deuda. Esta es la realidad de nuestra relación con Dios, por culpa de nuestro pecado. Sin embargo Jesús es capaz de pagar nuestra deuda por haber vivido una vida perfecta y haber muerto en la cruz en nuestro lugar.

Cuando creemos en Jesús, Dios transfiere su obediencia y su muerte a nosotros y nos declara libres de deuda. En términos bíblicos somos declarados “justificados”. Esto significa que a los ojos de Dios nuestro pecado se ha eliminado por completo. En su lugar Dios solo ve la perfecta santidad y rectitud de Jesús.

Aquellos que creen en Jesús reciben vida eterna ahora en forma de un corazón renovado, un espíritu y una mente nueva. Esto se llama regeneración en la Biblia y se logra por medio del Espíritu Santo cuando creemos. 

En algún momento del futuro, Jesús regresará a la tierra para juzgar a todo aquel que ha vivido. Cuando esto suceda, Dios resucitará a todos los que se han muerto físicamente, tal como a Jesús, y les dará cuerpos que nunca perecerán. Será desde ese momento en que los creyentes podrán morar con Dios en los cielos y la tierra nueva. 

Los espíritus de los creyentes que mueren antes del retorno de Jesús ascenderán al cielo y permanecerán allí en perfecta paz y felicidad hasta el día del juicio. 

El creer en Dios empieza con una decisión y una oración. Cuando estás listo para entregarle tu vida a Dios, levanta una oración. Ora en el lenguaje que sea más cómodo y natural para tí. 

Aquí hay unas sugerencias para que ores comprometiendo tu vida y tu eternidad a Dios:

Reconoce tu pecado, que eres pecador y en qué formas no hayas vivido tu vida como Dios quisiera. Admite que tu pecado hace imposible que te merezcas la vida eterna. 

Confiesa a Jesús como tu Señor y salvador. Pídele a Dios que te perdone y que te otorgue vida nueva en Jesús. Díle a Jesús que le amas y le seguirás por el resto de tu vida.

Agradécele a Dios por todo lo que ha hecho para salvarte y por lo mucho que te ama. Adórale por su misericordia y su gracia.

Compromete tu vida a Dios y pídele que te dé la capacidad de confiar en su voluntad para tu vida.

Concluye tu oración con “en el nombre de Jesús, amén”.